Hoy: Cacho Castaña. "Volví de la muerte y me separé de mi mujer"
Ha vuelto "el Matador". Tras un nuevo episodio de crisis en su salud, cuyo favor parece serle tan esquivo como al recordado Sandro, "Cacho de Buenos Aires" dialogó con nosotros y pintó un fresco bastante acabado del nuevo rumbo que hoy elige para su vida.
Se te ve feliz de volver a tu ciudad, a tus calles, tu gente...
Sí, pero en rigor pienso que los ídolos populares no deberían limitar tanto su identificación, menos en favor de la Capital de un país cuyo federalismo es mucho más formal que material. Yo soy un ídolo popular, sí que de mínima intento serlo, en tanto que mi amor por Buenos Aires no es superior al que siento por Famailla o Trevelín, por caso. Hay que acabar con viejos -a esta altura falsos- antagonismos: el puerto tanguero vs. el interior folklórico ¿para qué? Hoy puedo decir que volví de la muerte, pero también que nací de nuevo, como "Cacho de toda la Argentina".
¿Te sentís "el" ícono del hombre argentino? Muchos lo creen asi.
Tal vez, pero acá no hay que perder de vista lo importante, que no es la carmela, la rutera, el saco y el jean, la camisa abierta hasta el ombligo, la bijou y ni siquiera la papusa, mirá lo que te digo. Hombre argentino sí, pero hombre-en-el-mundo, dasein viejo y peludo nomás. Ya no corre el asunto del macho, hay que respetar el avance en la igualdad de género, promoverlo. Si abrazo esa categoría biológica para afirmarme en ella estoy avalando una relación de subordinación, que deberíamos reservar a los animales. El matrimonio igualitario es, en su vigencia sociológica, una postal de la hora y una bandera que cargo con orgullo, como la de las acciones afirmativas de género. Si yo te digo que volví de la muerte y volví mujer estaría exagerando, o quizás no tanto.
¿Cómo ves el problema de la inseguridad? Hace un tiempo, hiciste declaraciones que levantaron polvareda...
Es duro enfrentarse al espejo, especialmente cuando te devuelve la imagen de un facho decrépito. Experimento, por un lado, un profundo arrepentimiento y el deseo de borrar el pasado. Por el otro, un compromiso de vida puesto al servicio de eliminar las desigualdades en nuestro país, que son el verdadero y único caldo de cultivo para la criminalidad y el principal obstáculo hacia la plenitud del Estado de Derecho. Los derechos humanos deben entenderse en su sentido más amplio: la última vez que me fijé ya no gobernaba Luis XVI. A ver si nos ponemos de acuerdo, derecho a tra-ba-jar, derecho a a-li-men-tar-se, derecho a la vi-vien-da, derecho a la sa-lud. Y a otra cosa. El explota debe reventar. Volví de la muerte, puede decirse que derroté a la muerte, pero lo que verdaderamente quiero es matar a la muerte, Ghandi style.
Un Humberto Vicente Castagna auténtico...
Peace, fuckers. Eso.
