22 de enero de 2009

Primero como farsa, después como farsa



Ejercicio para el lector:
1) Encuentre los términos cuyo copyright pertenece a la opinión pública o bien sean sarcásticos.
2) Ubique las comillas correspondientes.

Ahora que recrudece el conflicto del campo, el consumidor de medios inevitablemente experimenta cierta zozobra. Es que la contienda del año pasado entre el gobierno y el sector agropecuario provocó una crisis muy prolongada, en la que la violencia discursiva y material escaló hasta el punto de romper el acuerdo entre la presidenta y su vice. Por lo tanto, en cada nueva bravata de los gauchócratas, sobrevuela el temor de qué pasará si los simpatiquísimos gringos (camera loves you) una vez más deciden poner sus chatas perpendiculares al camino.
A nivel cotidiano, se teme que vuelvan a escasear, y por ende a aumentar de precio, ciertos alimentos, o que el tránsito por las rutas -difícil de por sí- se haga imposible. En el terreno de las preocupaciones institucionales, la principal es cómo saldrá parado el gobierno del desgaste que el capital agrofinanciero y el resto de la oposición política (medios incluídos) pretende inflingirle.
Durante la versión original del conflicto, farsa patriótica disfrazada, también se provocaron algunos incidentes, entre bizarros y lamentables, que hacían suponer que en algún momento se daría algún tipo de enfrentamiento entre quienes manifestaban a favor de una y otra postura.
Sin embargo, nada demasiado grave pasó, ni siquiera ante la provocación de los sucios, feos y malos choferes sindicalizados, ni en ninguna de las marchas y contramarchas o actos y contraactos.
Ahora, que la-situación-del-campo-es-de-ses-pe-ran-te y se viene la farsa de la subsistencia, justo ahora que tiene lugar este accidente y que el representante de los pequeños productores -aliado con los grandes actores del pujante campo argentino- realiza con buen tino y generosamente esta advertencia, ahora mismo al cronista lo asalta una duda.
Se pregunta en qué grado ya se parece la oposición argentina a la boliviana, que quiso dividir a los tiros la república en Bolivia Rica y Bolivia Pobre, o a la venezolana, que disparó contra sus propios simpatizantes para culpar al gobierno y dar un golpe de estado.
¿En cuánto se parece?

1 comentario:

Unknown dijo...

Yo reformularía la pregunta: ¿en qué aspecto se parecen argentina, venezuela y bolivia?

¿En la oposición a sus gobiernos o en los tipos de gobierno?