31 de octubre de 2010

El rey del rock and roll


Fue el regreso a la modernidad. En el principio, el "setentismo" rescatado en el verbo de quien devino poder al calor del menemismo. La paradoja funcionaba y aquellos primeros años disfrutó de algo que sus últimos críticos, convenientemente, decidieron olvidar: el con-sen-so. Todos kirchneristas.
En cada uno de sus pasos, la negación de la otra dirección posible era la señal más expresiva. El "traje a rayas para los evasores" anunciaba que la política fiscal sería una herramienta de cambio. Su renuncia anticipada a gerenciar el país en nombre de un puñado de empresarios presagió el ingreso del Estado en la economía.
Moderno, decíamos, él mismo era un rico hombre de negocios y varias fortunas se multiplicaron durante su gobierno. ¿Le bastó la defensa agresiva de los derechos de los trabajadores para negar/superar, en su legado, su propia condición de millonario? Las imágenes de su funeral parecen decir que sí.
Fue cotidianamente interpelado por la protesta callejera, que el dogma económico prohijó mientras excluía y excluía con pasión religiosa. Una, mil veces, no reprimir, no matar.
Hasta los críticos que dibujaron los límites del kirchnerismo con mejor arte habían ganado su lugar apadrinados por él. Sindicatos, movimientos sociales, transversales, muchos aceptaron su caricia y después, cuando el favor mediático lo abandonó, se denunciaron víctimas virginales de abuso ideológico. Eso sí, sin renunciar ni a media banca.
Sus motes de crispado, pendenciero, creemos, se deben a la novedad de ser un reformista profundo. No fue, en términos de Berman, un modernista marginal, un revolucionario o un posmoderno, sino que abrazó las ambigüedades y contradicciones de la vida moderna, con conciencia de su totalidad inevitable.
Descuidó las formas, buceó en las raíces históricas de los conflictos presentes y significó su acción en derrocar una tesis -los noventa- de la que extrajo la herramienta -el superávit fiscal- que le garantizó independencia como ninguna otra.
Desgarbado pero no hippie, como un cantante que logra que hagamos nuestras sus canciones mientras él cobra las regalías, como corresponde (?). El rey del rock and roll ha terminado su acto. Ya se lo extraña.

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